Rincones urbanos / refugios urbanos

Revista DyD: “Paula, contanos 5 lugares favoritos para vos, de Buenos Aires o cerca de Buenos Aires….”

Y lo primero que pienso es en mis rincones urbanos, los lugares a los que vuelvo una y otra vez porque me reciben, me contienen, me dan una pausa, me son un refugio y una línea de fuga. En lo cotidiano, trabajo en la ciudad aquí y allá…y en lo cotidiano voy habitando esos lugares de los que me apropio, por un rato, un cafecito, sentarme a trabajar un rato, o a disfrutar un rato, en lo cotidiano…. “entre”, in between… entre los compromisos aquí y allá, siempre hacerse ese espacio naturalmente. Para mí es vital, es parte constitutiva de mi actividad, de mí ser arquitecta, de poder pensar y proyectar e inspirarme….

Saber que voy a la obra de las barrancas de San Isidro, y luego hago una pausa de limonada en Bike and Coffe…. y me recibe. Bike and Coffee siempre me recibe, me alberga, me es un mi lugar en la ciudad, o las afueras más bien…. Vuelvo el sábado en bicicleta paseando con amigos, o sola… Vuelvo el domingo a la tarde en invierno a leer en el futon enorme y maravilloso al lado de la chimenea, que nadie ocupa (por pudor?) y yo me apropio del futon y me desparramo y tomo café con leche, y miro el fuego y leo o dibujo, o nada… solo disfruto las horas… vuelvo siempre vuelvo a Bike and Coffe…si tengo una obra cerca es mi base de operaciones… y si no, acomodo mi agenda cotidiana para que quede de pasada, Perú abajo, Perú y la vía. Siempre me recibe.

Más refugios urbanos, mis rincones que habito, los parques de Puerto Madero: Mujeres Argentinas y Micaela Bastidas. Magistralmente diseñados: la topografía, el equipamiento y los árboles, el proyecto de paisaje enorme pero siempre acotado. Todos lugares que te reciben, te contienen. Podes estar solo en el parque o puede haber una multitud, pero siempre encontrás tu rincón, tu “jardín”, tu banco para leer, o descansar. Y siempre la vista está acotada a un pequeño jardín que por un instante te pertenece… entre las rosas, o bajo los álamos, o entre los muros de gavión perfumadísimos con jazmines del aire… El parque Micaela Bastidas y el otro, dos paraísos urbanos, espacio público, regalo de la buena arquitectura a la ciudad, regalo de los buenos paisajistas y diseñadores a la ciudad, a todos los que habitamos la ciudad, a los que hacemos uso, la disfrutamos, la pensamos, la soñamos. Ciudadanos de Buenos Aires agradecidos por estos parques públicos maravillosos. Solo probarlo: levantarse un domingo de sol de otoño temprano, tomar la bici o el auto, el diario, un libro, un cuaderno…o a tu mujer, a tu perro, a tu hijo, a tu novio….ir hasta el parque Mujeres Argentinas, buscar el lugar que te inspire, y apropiarte por un rato, hacerlo tu jardín, disfrutarlo, los olores, los rincones, la vista al cielo entre los álamos… un paraíso a disposición. Espacio público del bueno, del necesario. Espacio público imprescindible.

Sigo. La librería del Malba y la de Proa también… especialmente la librería de Fundación Proa. Hay que llegar hasta allí, sí, de acuerdo, pero una vez en La Boca, dentro de Proa, en la biblioteca estoy en casa. Paredes de libros, y el piso de madera texturada, y las vistas inmensas a ese borde de la ciudad. Toda la simultaneidad caótica de la ciudad afuera del vidrio, y de este lado la mesa enorme blanca que te invita a quedarte, a tomar los libros y hojearlos como si fueran propios. Afuera el borde, el Riachuelo. El borde, las chimeneas aun contaminantes. El borde, el otro río, el río de autos y camiones constantes sobre los puentes. Y el Riachuelo, ese borde. Y todo eso se respira en Proa, toda la ciudad caótica y bella. Toda la historia, la antigua y la nueva: the history and the story. Palabras parecidas pero de significado tan diferente. Aquí hoy Proa sigue narrando la “story”, presente, de hoy, los artistas de hoy, los libros de hoy. Me atraen siempre las librerías. Me atraen especialmente las librerías de los museos. En Buenos Aires, en Chicago, o en Achao…

Y los árboles de Buenos Aires, calificarán como un lugar? Imagino que sí. Bien. Los árboles, mis árboles….los que fui conociendo, los que aprendí a reconocer. Cada año aparece a mis ojos en la ciudad una nueva especie. “Aparece” digo, en realidad me enamora, de pronto la veo. La percepción siempre es parcial. Veo solo aquello que me atrae, que me enamora, que me inspira… Así cada año aparece a mis ojos un árbol de Buenos Aires. Hoy? Las araucarias bellísimas, brazos al cielo, sonrientes. Hoy solo veo araucarias. Y tuve mi momento con los paraísos, en invierno mejor. Los paraísos son más bellos en invierno. Y los ginkgos en otoño. Qué belleza los ginkgos amarillísimos en otoño…. Y los liquidámbar en las calles de San Isidro, rojos y violetas también en otoño….Y las tipas. Las tipas de avenida Libertador. La tipa gigante que enmarca mi casa, que invade mis ventanas, mi balcón. Definitivamente el tronco de tipa inmensa en mi ventana me es completamente inspirador.

Difícil definir un quinto lugar, y cerrar aquí la lista de mis lugares inspiradores de Buenos Aires. Arbitraria, elijo el último de mis preferidos: el MARQ y su jardín. El edificio del MARQ – Museo de arquitectura era la antigua torre de agua del predio de retiro. En la ciudad y a su vez al borde de la ciudad. Otra vez “entre”, in between….La pequeña manzana triangular donde está situada esta torre ladrillera de cuatro pisos habita donde Callao muere en Libertador. En plena ciudad, y a su vez al borde, del otro lado del río de autos, entre la ciudad y el predio de retiro. Es cita de arquitectos y diseñadores para muestras múltiples, lugar de encuentro con amigos de la profesión, de la vida, del hacer. Mágico el jardín acotado con vistas a la ciudad, mágica la torre por fuera y por dentro. El mismo pensamiento cada vez que visito el MARQ: qué bueno que este edificio es nuestro museo de arquitectura, pero…. qué genial sería que fuera mi morada.

Arq. Paula Herrero – Marzo 2012
(publicado en Revista DyD nº129 – mayo 2012)